martes, 1 de febrero de 2011

Cómo superar los viejos hábitos en la tecnología

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Cuando se trata de tecnología, no importa si usted es un experto, lo mejor es leer antes el manual.

Me encantan. Están en el tercio superior de mi 'top ten' tecnológico. El día que los descubrí fue una revelación. Me refiero a los auriculares Bluetooth de alta fidelidad.

Mi aversión a los cables es bien conocida y fue tema de esta columna hace algo más de dos años, cuando desarrollé la teoría de que los cables son una nueva y peligrosa forma de vida.
Y seguí sufriendo hasta que me trajeron estos auriculares Bluetooth de Motorola (S9-HD) y gané una pequeña pero significativa batalla contra el cruel conductor con alma de cobre.
Ignoraba, sin embargo, que estaba metiéndome en otro problema, y uno peor, porque se originaba en una antigua mala práctica que comparto, creo, con casi todos los usuarios duros de tecnología.
Nada más sacarlos de su caja noté, con cierta aprensión, que mis nuevos auriculares eran del tipo que obtura los oídos, o intrauriculares, con tapones de goma.
No obstante, hice los deberes y los puse a cargar. En la noche estaban listos y pude por fin probarlos. Tendría que haber sido más cauteloso. O haber elegido otro género musical.
En general, pongo el primer tema de 'American Idiot', de Green Day, para probar sonido.
Los 25 segundos iniciales contienen una variedad de muestras de audio que me sirven para evaluar si los audífonos suenan como me gusta, pero esta vez las cosas no salieron como esperaba.
No me resultaba del todo cómodo eso de tener los oídos obturados. Pero el mundo es de los valientes. Así que le di Play al iPhone. ¡Para qué!
Fue como haber metido la cabeza dentro de un silo misilístico en medio del lanzamiento. No sin esfuerzo conseguí coordinar los movimientos para detener la música y entendí que había quizás un problemita de ecualización.

Ignoraba todavía que esto no haría sino empeorar la situación. ¿Por qué? Porque el iPhone no ofrece la posibilidad de crear ecualizaciones.
Entonces, opté por probar las que vienen con el smartphone. El reductor de bajos debería funcionar, calculé, pero estaba equivocado. Ahora Green Day sonaba como un coro de hormiguitas.

Algo no estaba bien, y aunque me pasara intentando con diferentes 'presets', sabía que el conflicto no estaba en el iPhone sino en los audífonos. En todo caso, las dificultades casi siempre son buenas maestras. Esta vez aprendería que mi viejo mal hábito volvía a hacer de las suyas.
Por supuesto, nada más persistente que un hábito. Así que en lugar de hacer lo más lógico, lo que todo el mundo aconseja, y lo que ningún 'geek' de raza se permite, me puse a buscar alguna aplicación que me permitiera editar las curvas de ecualización. No, no encontré nada.

Los guardé con alguna tristeza y me olvidé del asunto durante una semana. Como ninguna idea vino a mi cabeza en ese plazo, entendí que me estaba faltando información clave. ¿Y dónde podía estar esa información? ¿Dónde suele estar la información que necesitamos sobre un dispositivo?
Claro, Torres, ¡en el manual! El manual que jamás nos molestamos en leer.
Estaba convencido de que la curva de ecualización de los audífonos se podía cambiar de alguna manera. Volé al manual, busqué en el índice con dedos temblorosos y allí estaba. Fue un alivio, claro. Espero haber aprendido la lección esta vez. Pero lo dudo.
Quién es Ariel Torres
Ariel Torres es un periodista y escritor que desde hace 15 años escribe una columna semanal sobre computación en el diario argentino 'La Nación'. También ha sido productor de TV y fotógrafo. Inició su carrera hace 30 años, en la revista 'Humor registrado' y se especializó en divulgación científica.


F   eltiempo.com

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