Conozca los pros y los contras de la lectura de libros tradicionales y en dispositivos electrónicos.
Ariel Torres, Editor de Tecnología del diario argentino 'La Nación'opina sobre el tema.He estado leyendo mucho, y me queda todavía bastante por leer. Quiero decir: he estado leyendo mucho en la iPad, la Galaxy Tab y el iPhone. No es mi intención encender el debate de si es mejor el libro de papel o los dispositivos electrónicos.
Y sostengo la idea de que no es posible comparar ambas tecnologías. Al menos, de momento. No obstante ha habido algunos cambios en esta impresión desde que me encontré usando a menudo los dispositivos de lectura para lo mismo que antes hacía con los libros de papel. Es decir, leer durante muchas horas.
Me di cuenta de que aunque no se los pueda comparar, vienen a ocupar espacios complementarios. Esto, debo confesar, me parece una gran noticia. Estas son las observaciones que he reunido hasta ahora.
Experiencia sensorial: es mejor con el libro
El placer de la lectura no se limita al texto. Uno tiene un contacto muy íntimo con sus libros. Cada uno tiene un peso, un volumen, una textura y un perfume propio. Todo eso desaparece con el dispositivo electrónico. No está ni mal ni bien, simplemente ocurre. Así, el texto en la pantalla tiene un carácter desencarnado, incorpóreo. Le falta sangre. O, más bien, savia. Descubrí que por este motivo me ha costado mantener largas sesiones de lectura con estos equipos.
¡Títulos y títulos!: gana el 'e-book'
El dispositivo electrónico, sin embargo, es una maravilla por la enormidad de títulos que están ahí, a un clic y sin fronteras. Gratis o pagos, da igual, miles y miles. Me encantan las librerías reales, pero confieso que esos interminables catálogos con tantos buenos libros que a través de Wi-Fi se bajan en segundos, constituyen una tentación irresistible. Esto fue una revelación para mí y coloca a cualquiera de estos dispositivos en la lista de fundamentales para quien ame la buena lectura.
¿Dónde te gusta leer? Gana el libro
El dispositivo de lectura electrónico sirve para cualquier lugar donde uno quiera leer, excepto mi favorito: la cama. El iPad es demasiado grande y la Galaxy Tab es difícil de sujetar sin apretar el botón indebido (se me dormían las manos, de hecho).
Al final, el que mejor resultado me ha dado para leer en la cama es el iPhone. Como no pesa nada y se puede sostener con la misma mano con la que se dan vuelta las páginas (usando el pulgar), pude pasar bastante tiempo leyendo sin sufrir calambres.
Comodidad (más allá del peso): gana el libro
Ahora, ¿cómo puede ser que libros convencionales que pesan más que la Galaxy Tab no me hayan producido ninguna incomodidad? Ocurre que los libros no tienen botones, sus páginas no pasan si uno las toca ni rotan cuando cambiamos de posición, es posible sujetarlos de la forma que nos resulte más cómoda sin producir algún desbarajuste visual y, si se nos cae al piso, no se daña.
Al electrónico debemos operarlo y, llegado el caso, configurar la rotación de pantalla. Al libro lo manipulamos y ya. Así que el asunto no termina de ninguna manera en el peso.
Viajes y traslados: gana el 'e-book'
No obstante, el lector de documentos electrónicos es inmejorable toda vez que queremos llevarnos libros de viaje.
Auriculares, varios cientos de libros y discos en los 300 gramos de una tablet o un e-book , y los aviones y aeropuertos nunca más constituirán un motivo de aburrimiento.
Herramientas: en este terreno hay un empate
Todo depende de qué queramos hacer. Por un lado, subrayar y señalar un volumen convencional es inmejorable. Pero las búsquedas dentro de un texto electrónico no tienen igual, lo mismo que los diccionarios y otras obras de consulta.
El dilema se presenta cuando necesitamos trabajar con varios libros a la vez. Con mucha frecuencia trabajamos con cuatro o cinco libros al mismo tiempo, cada uno con veinte, treinta, señaladores y cientos de subrayados. Replicar esto con un iPad, Galaxy Tab o Kindle es prácticamente imposible.
El autor, Ariel Torres
Periodista y escritor
Desde hace 15 años escribe una columna semanal sobre computación en el diario argentino 'La Nación'. También ha sido productor de TV y fotógrafo. Inició su carrera hace 30 años, en la revista 'Humor registrado', y se especializó en divulgación científica y técnica. Fue secretario de redacción de la revista 'Descubrir' entre 1991 y 1994.
Ese año se hizo cargo de los suplementos Ciencia y Salud de 'La Nación'. Desde 2006 es titular de la cátedra Internet de la carrera de Periodismo de la Universidad de Palermo.
ARIEL TORRES
LA NACIÓN
BUENOS AIRES
F eltiempo.com
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