Encuesta revela que más 86% de los estudiantes bogotanos han sido víctimas del acoso escolar.
El aumento de la intimidación virtual en el país es notable: de 2008 a 2009, el grupo de delitos informáticos de la Dijín pasó de investigar 100 a 435 denuncias de 'cyberbullying' ('matoneo' virtual).
Según Carolina Piñeros, directora de Red PaPaz, los padres no se están enterando de que su hijo es víctima de este acoso. "Los niños no cuentan, por temor a que les prohíban el acceso a Internet", explica y advierte que los papás deben saber que sus hijos pueden ser víctimas y agresores.
El Departamento de Psicología de la Universidad de los Andes y el Dane realizaron una encuesta para el Distrito en la que se demostró que más del 86 por ciento de los estudiantes bogotanos han sido víctimas del acoso escolar.
Un fenómeno que la tecnología tampoco ha dejado atrás, pues gran número de niños tiene acceso a Internet y posee perfil en las redes sociales. Uno de los ejemplos expuestos en este estudio, de hace un par de años, cuenta el caso de una niña que se enteró de que tenía un grupo en Facebook, donde la gente votaba si era la más fea del curso.
En el resto del país, el fenómeno del acoso cibernético repite patrones universales.
Para Enrique Chaux, profesor de la Universidad de los Andes, a medida que hay más acceso a Internet en países como el nuestro, el acoso en la red se extiende en todos los estratos. "La intimidación que más ha crecido es con los videos. Se hacen, de forma planeada, filmaciones con celulares en situaciones bochornosas y las suben a Facebook".
No es fácil de identificar
Julian Dooley, director del programa de Ciberbullying del Centro de Investigación para la Promoción de la Salud Infantil de la Universidad Edith Cowan de Australia, advierte que el 'matoneo' es un problema de conducta y cualquiera puede hacer parte de estos comportamientos.
"Hay algunas razones primarias para que los jóvenes matoneen: para ser populares y admirados; por miedo a ser excluidos; celos por los otros; disfrute del poder; verlo como un rol de liderazgo; porque es divertido; para mantener la autoestima. Muchos de los que lo hacen son amigos o hermanos, lo que lo hace incluso más difícil de identificar para poderle poner un freno", dice.
Según Carolina Piñeros, directora de Red PaPaz, los padres no se están enterando de que su hijo es víctima de este acoso. "Los niños no cuentan, por temor a que les prohíban el acceso a Internet", explica y advierte que los papás deben saber que sus hijos pueden ser víctimas y agresores.
El Departamento de Psicología de la Universidad de los Andes y el Dane realizaron una encuesta para el Distrito en la que se demostró que más del 86 por ciento de los estudiantes bogotanos han sido víctimas del acoso escolar.
Un fenómeno que la tecnología tampoco ha dejado atrás, pues gran número de niños tiene acceso a Internet y posee perfil en las redes sociales. Uno de los ejemplos expuestos en este estudio, de hace un par de años, cuenta el caso de una niña que se enteró de que tenía un grupo en Facebook, donde la gente votaba si era la más fea del curso.
En el resto del país, el fenómeno del acoso cibernético repite patrones universales.
Para Enrique Chaux, profesor de la Universidad de los Andes, a medida que hay más acceso a Internet en países como el nuestro, el acoso en la red se extiende en todos los estratos. "La intimidación que más ha crecido es con los videos. Se hacen, de forma planeada, filmaciones con celulares en situaciones bochornosas y las suben a Facebook".
No es fácil de identificar
Julian Dooley, director del programa de Ciberbullying del Centro de Investigación para la Promoción de la Salud Infantil de la Universidad Edith Cowan de Australia, advierte que el 'matoneo' es un problema de conducta y cualquiera puede hacer parte de estos comportamientos.
"Hay algunas razones primarias para que los jóvenes matoneen: para ser populares y admirados; por miedo a ser excluidos; celos por los otros; disfrute del poder; verlo como un rol de liderazgo; porque es divertido; para mantener la autoestima. Muchos de los que lo hacen son amigos o hermanos, lo que lo hace incluso más difícil de identificar para poderle poner un freno", dice.
F eltiempo.com
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