Junto a su socio, fundó una microempresa que ya ha ganado reconocimiento por fabricar memorias USB en madera de café. Lo primero que talló Mauricio fue un lapicero de guadua.
Las manos de Mauricio Grajales dejaron hace tres años de darles forma a los buñuelos que vendía en un puesto del barrio Cuba, en Pereira, para dedicarse esculpir esferos y USB en madera de guadua y café para exportar.
"Hacía los buñuelos desde las 5:00 de la mañana y los vendía como hasta las 10:00. Después me entraba para mi casa y con un esmeril que tenía tallaba la guadua. Así armé un lapicero, que vio un señor que llegó de Italia y me dijo: 'Cuando tenga el primer contenedor de esos esferos, se lo compro'", recuerda el artesano, de 31 años.
Por el nivel de aceptación que tuvo su artesanía, buscó dónde aprender más de este arte.
"Así fue como llegué al Sena, hace tres años, a estudiar artesanías contemporáneas. Fueron muchos los productos que elaboramos y con los que ensayé, hasta que me entró la inquietud por trabajar la madera de café y combinarla con tecnología", cuenta el empresario artesano.
Dos años tardó el ejercicio para lograr que las carcasas se acomodaran al dispositivo que ahora vende a treinta y cinco mil pesos cada uno.
Desde hace seis meses, Mauricio y las cuatro personas que trabajan con él constituyeron una empresa, a la que bautizaron Artekadaj.
Pero ahora el problema es capital. Por no tener suficiente, han perdido pedidos importantes. El que más le duele haber rechazado es uno que le ofreció la General Motors para que imprimiera la imagen de la compañía en 70 mil piezas.
ANGÉLICA ALZATE BENÍTEZ
CORRESPONSAL EL TIEMPO
PEREIRA
CORRESPONSAL EL TIEMPO
PEREIRA
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